miércoles, 29 de marzo de 2023

Borges y Borges: una conjetura

Borges y Borges: una conjetura En 1938 Borges sufrió un accidente muy grave que estuvo a punto de costarle la vida: llegaba a su casa tras haber comprado un nuevo ejemplar de Las mil y una noches, y subió las escaleras en vez de tomar el ascensor por la excitación que le provocaba su nueva adquisición. Atolondrado, se llevó por delante el batiente de una ventana recién pintada y como consecuencia tuvo una septicemia que requirió internación. Estuvo debatiéndose entre la vida y la muerte durante más de dos semanas en una época en la que no había antibióticos. Cuando sale de este cuadro tan agudo, durante la convalecencia, razona que si intenta escribir otro ensayo (género en el que estaba consagrado y en el que se sentía cómodo) y fracasaba, esto sería un desastre. Si, en cambio, escribía un cuento, el presunto fracaso no le dolería tanto. El resultado: “Pierre Menard, autor del Quijote”. Un cuento que alumbra al nuevo escritor, a un Borges que por fin se autoriza a ser un autor de ficciones (bien valga la redundancia). En 1953, escribe “El sur”, que tres años más tarde incluirá en Ficciones, publicado en 1944,. Se puede conjeturar que el accidente es un jalón en su vida porque le permite justamente dar un paso gigantesco, que es el de crear lo que algunos llaman el “cuento borgeano”, un género aparte. Hasta ese momento había creado otros relatos como “Hombre de la esquina rosada” o la serie de la Historia universal de la infamia, pero con Pierre Menard nace el Borges genial de Ficciones, el que ha deslumbrado al mundo entero. ¿Qué le pudo haber pasado en esa convalecencia? Conjeturo que se liberó del mandato de la muerte corajuda cuerpo a cuerpo y la pudo trasladar a la escena literaria en tanto protagonista, fuertemente autobiográfico, muriendo como un valiente: Dahlmann-Borges sale a la llanura y empuña el arma que tal vez no sabrá manejar. Gane o no, en el coraje de aceptar el reto, está el valor, lo que necesariamente debe de haber contribuido a un alivio enorme Es por esto, a mi entender, que nuestro escritor afirma que “es acaso mi mejor cuento”. Desde ya que es un relato perfecto, pero bien puede decirse lo mismo de casi todos los cuentos de Borges (y sin duda muchos lectores discreparán con el propio autor). Sin embargo, la afirmación del prólogo de Artificios, dentro de Ficciones, nos permite sospechar que la escritura del Sur, tantos años más tarde, es el fruto de una relectura de sí mismo y de su escritura, la cual resignifica esa victoria de 1938, en la cual por fin encuentra su destino de hombre de armas. Análogamente, Francisco Narciso de Laprida había encontrado su destino sudamericano, rozando la muerte, pero lo encuentra. El escritor también. En “Borges y yo” dice: “Yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica”. Sospecho que después del accidente, consigue establecer una distancia subjetiva interna entre él y él, entre el Borges sometido al mandato incumplible de ser un guapo corajudo y Borges, el otro, el que se lanza a "Pierre Menard, autor del Quijote". Cobrando el necesario valor para dar el paso que lo llevó, justamente, a ser Borges, ni más ni menos.

Borges y Borges: una conjetura

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